COVID-19, Educación Digital y el Futuro que se Anticipa

Hemos llegado tarde para hacer frente al COVID-19, y lo hemos hecho pecando de inocentes y estúpidos a partes iguales, algo que se sigue repitiendo en otros países, da igual el signo político de sus gobernantes. Hace tan sólo dos días Bolsonaro llamó lunático al gobernador de Sao Paulo, Joao Doria, por decretar una cuarentena de quince días en el estado más poblado de Brasil. Según Bolsonaro, Doria está «aprovechando la situación para hacer política»… ¿te suena?. Mientras López Obrador anima a los mexicanos: “Salgan a comer, sigan con su vida normal”. Por el contrario, Boris Johnson, que tan sólo hace unos días le parecía que la eurozona estaba tomando unas medidas inapropiadas, hoy mismo anuncia un confinamiento obligatorio de tres semanas en el Reino Unido.

Cuando a comienzos de diciembre aparecieron los primeros casos en Wuhan, y comenzaron los movimientos del gobierno chino, veíamos la situación como una especie de película de ciencia-ficción: construcción de macro-hospitales, ciudades en cuarentena o el endurecimiento de las medidas de control de los países cercanos a China.

En España nadie imaginaba que la situación de China, y unas semanas después la de Italia, fruto de la globalización, se repetirían en todos los países del mundo. Nadie salvo, parece ser, el jefe del Servicio de Prevención de Riesgos Laborales de la Policía Nacional, José Antonio Nieto González, responsable del protocolo interno por el coronavirus que en enero ya elaboró un protocolo de uso interno y liberó una partida de 300.000 euros para compra de material de protección como mascarillas y guantes [cesado, por cierto]. El resto de nuestras administraciones públicas no fueron capaces ni tan siquiera de anticipar compras de un equipamiento que ahora es indispensable para que los profesionales de nuestro sistema sanitario puedan desarrollar su actividad sin poner en peligro su propia salud.

Y fruto de esta mezcla de candidez y estupidez se celebraron eventos como las manifestaciones del 8M, con las consecuencias evidentes que ahora vamos viendo [la más reciente «víctima» puede ser Carmen Calvo], o el mitin de Vox en el Palacio de Vista Alegre el mismo 8M, otro foco de contagio del coronavirus.

Sin embargo la evolución de la enfermedad en China o Corea del Sur nada tiene que ver con la evolución en los países europeos. ¿Por qué? El filósofo surcoreano Byung-Chul Han [autor de «La Sociedad del Cansancio»], apunta algunas claves. Según Han la conciencia en China ante la vigilancia digital es mínima, un país donde hay 200 millones de cámaras de vigilancia [algo así como 1 cámara por cada siete habitantes], muchas de las cuales cuentan con tecnología de reconocimiento facial. Esto, combinado con el big data y una App que avisa a los chinos de posibles contactos con personas infectadas, hace que lo digital sea una forma de abordar en el futuro las pandemias, y por el momento parece que de una forma más efectivas que las medidas adoptadas por Europa. Añade además una disciplina férrea por parte de la ciudadanía a la hora de adoptar las medidas impuestas por sus gobiernos [igual que en España].

Los gráficos que hoy publica eldiario.es muestran claramente que seguimos la estela de Italia y que aún falta mucho para que el número de casos empiece a decrecer, de ahí la prórroga del Estado de Emergencia que esta semana aprobará en el Congreso a petición del Consejo de Ministros.

Gráfico Evolución Internacional COVID-19

Dado que el objetivo de la reclusión y el distanciamiento social no es otro que ralentizar la velocidad de transmisión del virus para evitar el colapso de los servicios sanitarios, se prevé que las medidas del Gobierno se prolongarán mas tiempo del previsto inicialmente. Probablemente se endurezcan aún más y la vuelta a «la normalidad» cueste más de lo que somos capaces hoy de intuir.

Hoy comenzamos la segunda semana de reclusión con un impacto cada vez más claro en la vida del país. Frente a esta situación la ciudadanía también se moviliza y genera sus propias respuestas, como la iniciativa #StayTheFuckHome que ha publicado El Manifiesto de la Auto-Cuarentena en 25 idiomas.

Instituciones públicas, empresasmúsicosmedios de comunicación y las redes se han volcado durante la primera semana en ofrecer  una disparatada [por inabarcable] diversidad de propuestas lúdicas y educativas para ayudar a pasar la cuarentena a quienes permanecen en casa, ya sea porque pueden teletrabajar o porque han tenido que parar a la fuerza, en el peor de los casos incluso perdiendo su trabajo y su fuente de ingresos.

Sin embargo pocas instituciones como el Gobierno Vasco han sido lo suficientemente ágiles para dar respuestas a dos colectivos especialmente importantes para el tejido productivo español, autónomos y PYMES, con un servicio gratuito de asesoramiento e implantación de teletrabajo. Esto no es fruto de la casualidad, sino que responde a la puesta en marcha durante estos últimos años de políticas serias para promover la transformación digital en todos los ámbitos, desde la educación hasta la industria.

También encontramos ejemplos de empresas que ayudan a otras empresas, pero el otro gran foco de atención en este momento es, sin duda, la Educación.

Educación en tiempos de crisis

homework2De un día a otro nos hemos encontrado, en el mejor de los casos, teletrabajando y con nuestros hijos e hijas en casa, continuando como pueden sus tareas escolares.

Tenemos así tres colectivos en modo «estrés ON»: los estudiantes saturados in crescendo con deberes; madres y padres superados en su doble faceta de teletrabajadores [en muchos casos sin grandes recursos ni competencia digital suficiente] y de apoyo en las tareas escolares; y el colectivo docente, también con escasos medios, escasa competencia digital y escasa experiencia desarrollando otra actividad didáctica más allá de dictar apuntes, mandar tareas del libro y corregir exámenes.

En algunos casos la situación en las casas es similar a esta que cuenta una madre con dos hijas en segundo de la ESO y tercero de primaria:

«A las 10 de la mañana su colegio concertado cuelga online todas las tareas que hay que hacer para ese día de todas las asignaturas. Según las van terminando, se las tienen que mandar a los profesores para que las chequeen.»

Hay docentes, como denuncia en Twitter mi amigo y maestro Eusebio Córdoba, que «adelantan más temario en dos semanas que en todo lo que va de curso». Y si llevamos años discutiendo sobre los deberes, esta situación hace replantearse aún con más fuerza si realmente son eficaces, como reflexiona Fernando Trujillo.

También contamos con ejemplos de todo lo contrario, pero lamentablemente son los menos. Incluso hay docentes que han convertido sus casas no sólo en aulas, sino también en espacios maker para producir material sanitario que envían a los hospitales para suplir las carencias que la administración no había previsto, como NoeliaOmar, Diego o Eusebio.

Que la educación consista en enviar deberes no deja de ser otra forma de agravar la desigualdad educativa, aún más en los centros bilingües, tal y como comenta César Rendueles en el artículo publicado en El Confidencial ayer domingo 22. Y que la alternativa del Ministerio de Educación sea emitir contenidos reciclados por Televisión [La 2 y Clan TV] pone de manifiesto lo complejo de la situación y la incapacidad para abordar esta situación como país y como colectivo.

Y la formación express [160 horas, sigh!] para dotar a profesionales de la educación de competencia digital es tan absolutamente ridícula como esta financiada por el Servicio Público de Empleo Estatal [dedican la mitad del programa a las PDI y a los tablets, y la otra mitad a las redes sociales en educación y a la gamificación… la profesión educativa automáticamente salvada de la crisis].

Ahora estamos siendo conscientes como sociedad y como colectivo profesional de nuestras limitaciones y carencias en el ámbito digital. La educación digital no es impartir la asignatura tal y como se hace en el aula pero usando medios digitales, como nos recuerda Cristóbal Suárez. La migración de nuestra actividad al mundo digital no es simplemente digitalizar los contenidos sino repensar las asignaturas.

Y la respuesta a esta situación no vendrá de la mano de las iniciativas de las empresas editoriales y tecnológicas del sector educativo, liberando contenidos y ampliando el uso gratuito de sus herramientas, respectivamente. Es evidente que estas iniciativas suman y no restan, pero la respuesta debe llegar del colectivo docente y hoy más que nunca debemos apropiarnos de nuevo de las redes para convertirlas en espacios de intercambio, de aprendizaje y de trabajo colaborativo.

Quienes llevamos muchos años aprendiendo somos conscientes de que la mayor parte de lo que aprendemos es resultado de la participación en redes donde los profesionales participan activamente, colaborando y compartiendo conocimientos. La formación nos brinda soluciones a problemas ya resueltos pero la colaboración nos permite abordar desafíos que nadie ha superado antes como dice Marcia Conner, justo la situación que ahora mismo debemos abordar.

No esperamos que todo el colectivo docente se transforme en expertos en formación en línea de un día a otro, pero más que nunca se espera nuestra profesionalidad y nuestro compromiso con nuestro alumnado.

Pero no olvidemos poner de nuestra parte aplicando sentido común pedagógico, como dice mi compañero Fernando Trujillo. En esta línea recomiendo también seguir las sugerencias de Juanjo de Haro para abordar esta nueva etapa como profes en línea sin morir en el intento. El Boletín Mensual del Área de Educación de UNESCO, en su edición de marzo, propone un decálogo para planificar las soluciones de aprendizaje a distancia durante el cierre temporal de las escuelas, decálogo que recupera y comparte el profesor Lorenzo García Aretio en su blog.

La administración educativa debería estar especialmente volcada en cuidar a sus docentes, pieza clave para superar esta situación. Cuidarlos en un sentido mucho más amplio que simplemente el proveerles de recursos para realizar su trabajo, aunque me temo que será en los equipos directivos en los que recaerá esta responsabilidad.

Uno de mis dires favoritos, Toni Solano, nos regala una vez más un hilo en Twitter de lectura obligada para docentes con sus reflexiones en estos tiempos de crisis:

¿Es posible una vuelta a la normalidad?

spreadHopeEscribía al comienzo de este artículo que la vuelta a la normalidad costará mucho más de lo que ahora somos capaces de imaginar. Pero, ¿realmente el mundo que encontraremos cuando esta crisis acabe será el mismo que dejamos atrás al cerrar las puertas de nuestras casas?

Domenico Di Siena, en su última newsletter [23/03/2020], comparte algunas reflexiones muy interesantes en relación al tipo de vida que llevábamos y su impacto en el entorno y en nuestras propias vidas personales y familiares:

«…posiblemente empecemos a pensar de forma diferente sobre cómo nos movemos, trabajamos, consumimos y viajamos. Pienso siempre en mi forma de vida con tantos vuelos y me parece que no debería ser tan normal. Estos viajes en realidad tienen un coste para el planeta y la sociedad mucho más alto de lo que pagamos con dinero. Espero que esta crisis nos devuelva el sentido y el valor de cada viaje.»

Según Gideon Lichfield, Editor Jefe del MIT Technology Review, nada volverá a ser igual tras el Coronavirus. Nuestra forma de vida cambiará drásticamente. Esto no es forzosamente malo, no es la primera vez en la historia de la humanidad que un hecho transforma la realidad. Al menos intentemos ver lo positivo que puede traer esta crisis.

Por ejemplo el teletrabajo, que muchas personas están conociendo a la fuerza, puede tener un impacto positivo en la sociedad, como favorecer el que vivamos en zonas donde la vivienda es más barata, proporcionar más oportunidades laborales en zonas desfavorecidas [como las zonas rurales] o reducir la huella ecológica de las emisiones de carbono fruto de los desplazamientos.

Andrés Raya se refiere al Coronavirus como la disruption que acelera el cambio y la toma de conciencia, un elemento maco acelerador de la transformación tecnológica y social. Esta idea, en relación al desarrollo de la competencia digital del profesorado, la resumía Fernando de la siguiente forma en un tweet:

En 2016 el blog TeachThough publicaba un artículo que llevaba por título 7 Things Schools Of The Future Will Do Well. Hoy vemos estas «siete cosas que los coles del futuro harán bien» si no más cerca sí, al menos, más necesarias:

  1. Establecer objetivos relevantes.
  2. Crear experiencias de aprendizaje memorables.
  3. Gestionar entornos de aprendizaje productivos.
  4. Conocer al alumnado.
  5. Promover el crecimiento del alumnado.
  6. Aprovechar el talento de los maestros y maestras.
  7. Construir comunidad.

A título muy personal, y para ir cerrando este largo post, no dejes de leer el diario de mi amigo Luis López-Cano, que es capaz de contar esta historia de una forma emocionante. Y no olvidemos, aún en tiempos de aislamiento, que también desde casa debemos seguir haciendo esta Escuela que nos decía Freire:

Escuela es…
El lugar donde se hace amigos,
No se trata sólo de edificaciones, salas, cuadros,
Programas, horarios, conceptos…
Escuela es, sobre todo, personas,
Personas que trabajan, que estudian,
Que se alegran, se conocen, se estiman.
El director es persona,
El coordinador es persona, el profesor es persona,
El alumno es persona,
Y la escuela será cada vez mejor
En la medida que cada uno
Se comporte como colega, amigo, hermano.
Nada de “isla cercada de personas por todos lados”.
Nada de convivir con personas y después descubrir
Que no tiene amistad con nadie,
Nada de ser como ladrillo que forma la pared,
Indiferente, frío, sólo.
Lo importante en la escuela no es solo estudiar, no es solo trabajar,
También es crear lazos de amistad,
Es crear ambiente de camaradería,
Es convivir, es “aferrarse a ella”! Entonces, es lógico…
En una escuela de este tipo va a ser fácil
Estudiar, trabajar, crecer,
Hacer amigos, educarse,
Ser feliz

Paulo Freire

[Streck, D. R., Redin, E. & Zitkoski, J. J. (2004). Paulo Freire. Ética. Utopia e educação6.]

Gracias por leer y fuerza para seguir adelante.


 

Imágenes de Sharon McCutcheonAnnie Spratt y Dan Edge en Unsplash

 

1 Comentario respuesta

  • Benito24 marzo, 2020 at 3:21 pm

    La atención a la diversidad es la parte de este asunto más afectada. Se ha borrado de un plumazo toda referencia a ella. El DUA, decían, ¿dónde ha quedado todo esto con la teleformación?