Cuando las tecnologías juegan en nuestra contra
Hace un par de semanas publicábamos la interesante experiencia de la profesora Monica Rankin integrando twitter en uno de sus cursos. En el extremo opuesto Bethany Smith, editora del blog The Transparent Learning, publicaba el artículo The Twitter Experiment FAIL, cuyo título [que parafrasea el famoso mensaje que muestra twitter.com cuando se cuelga] es bastante descriptivo.
En su caso fue requerida por un colega para que le ayudara a utilizar twitter en una de sus clases, requerimiento al que respondió afirmativamente y de inmediato, seducida por la posibilidad de desarrollar una actividad con tICs.
Según cuenta Bethany, esta experiencia contaba con todos los ingredientes para ser exitosa: buena disposición por parte del profesor y del alumnado y todos los recursos técnicos y humanos necesarios para llevar a cabo el ‘experimento’.
Sin embargo el resultado fue desalentador, de una clase de más de 140 alumn@s tan solo se mostraban los tweets de 3 ó 4 de ell@s en el hilo de conversación, a pesar de que todos los participantes estaban utilizando correctamente el hashtag elegido para agregar los tweets. ¿Qué podía haber fallado?
La respuesta llegó desde el staff técnico de twitter tras dos semanas de esfuerzos infructuosos, y de decenas de correos tanto del profesor como del alumnado preguntándole a Bethany por qué no aparecían sus tweets al buscar por el hasgtag:
You are missing because of current resource constraints: Right now, some users may not be seeing their Tweets because of resource constraints. This is more likely affecting you if you’re a new user (with an account less than a couple of weeks old). Our search engineers are working on this known issue, and your Tweets should start showing up in search soon!
Un bug en twitter impedía mostrar los tweets de usuarios con una cuenta creada durante la dos últimas semanas y tiraba por tierra la iniciativa de un profesor interesado por el uso educativo de las tICs y que, probablemente, se lo pensaría varias veces antes de volver a aventurarse en otro experimento similar.
Tod@s hemos padecido alguna vez [o muchas ;)] el contratiempo que supone que las tecnologías nos pongan la zancadilla en clase, en un taller, en un seminario o en cualquier otra situación en la que deberían ser nuestras aliadas.
A menudo es cuestión de la conectividad, en otras ocasiones son las propias herramientas que hemos elegido las que no están a la altura de las circunstancias, impidiendo o dificultando el desarrollo de la acción formativa, en menor o mayor grado en función del papel que ocuparan en el proceso y de nuestra habilidad para torear el contratiempo, y muy a menudo es la diversidad de competencias tecnológicas de los participantes las que desvirtuan el objetivo de la actividad.
En mi opinión, algunas de estas dificultades [especialmente la última] se podrían resolver si desligaramos el conocimiento y uso de la herramienta con su aplicación didáctica, es decir, conviene plantear dos momentos diferenciados, uno para que todos los participantes se hagan con un uso suficiente del recurso seleccionado y, posteriormente, desarrollar la actividad en la que se va a usar esa herramienta o recurso.
Intentar la integración de ambos tiempos normalmente nos llevará a dedicar gran parte de nuestro tiempo y esfuerzo a la parte estrictamente técnica en detrimento de lo que realmente nos interesaba: la actividad de aprendizaje que, mediante este recurso, queríamos desarrollar.
Yo, fíjate David, que lo ligo más a la velocidad de la educación, de la que tanto, y con tanto acierto, estáis hablando últimamente. Quiero decir… Mucha gente sólo le da a las tecnologías una oportunidad porque cree no tener más tiempo. Porque no da tiempo a desarrollar el currículum, porque se le van a echar las familias encima, porque qué dirán los compañeros si el alumnado comenta que ha ido mal…
Los aterrizajes en las tecnologías son más bien un darse una bofetada que un posarse suavemente, a no ser que nos demos tiempos.
Pero es que pasa igual con las metodologías. Tampoco les damos mucho margen. Todo tiene que funcionar a la primera.
¿Qué invento, qué producto de uso común, habría superado ese listón tan exigente que le ponemos a la educación? El de acierto ya, acierto siempre…
Me parece fundamental la cuestión del tiempo propuesto por José L. Agregaría también cómo puede jugar la concepción que tengamos de nuestro papel docente y de la educación en general.
Un ejemplo que he señalado varias veces: pizarras digitales que han reforzado las clases magistrales, actividades con Internet tipo «webquest» o «caza del tesoro» que no son más que cuestionarios como los de los libros de texto, pero respondidos mediante la lectura de páginas webs, que a su vez son repositorios de contenidos.
En estos ejemplos las tecnologías no jugarían en nuestra contra, sino más bien a favor de nuestras dificultades para innovar.
Un saludo
Alejandro
Es cierto que no damos tiempo ni oportunidad de implantar innovaciones en el aula o en la escuela. Como bien dice JL parece que todo tiene que funcionar a la primera.
Lamentablemente cuando quizá para nosotros no es tan relevante el que todo funcione a la primera, para quien se acerca con timidez, inseguridad y algo de desconcierto a las TICs, un fracaso supone casi un abandono.
Por supuesto el uso irrelevante de las TICs en el aula que comentas, Alejandro, es otro motivo de recelo entre el profesorado que no ve en las TICs más que una pérdida de tiempo.