¿Herramientas para educar o sólo para llamar la atención?
La bitácora Teachers with Apps recuperaba hace unos días un artículo de David Truss en el que hacía una interesante crítica a las herramientas que utilizamos en el aula, en unos casos por la propia herramienta en sí y en otros casos por el uso bajo modelos tradicionales, y por tanto sin servir al tan esperado cambio metodológico de una gran parte de nuestro profesorado.
En cualquiera de los dos casos es más una cuestión de que hacemos con ellas en el aula, o mejor aún, que dejamos que el alumnado haga con ellas. Un claro ejemplo, y parece que tan válido en nuestro contexto como en USA, es el de las pizarras digitales, unos dispositivos con un coste muy elevado en relación al uso que se hace de ellos, habitualmente más parecido al que hacemos con una pizarra tradicional en el mejor de los casos, si no se usan simplemente como soporte [gracias Lola por la foto].
En el boletín de [e-aprendizaje] de septiembre recomendábamos un artículo muy interesante que nos anima a utilizar rúbricas para elegir las mejores aplicaciones educativas según nuestra actividad. En la rúbrica propuesta, elaborada por Tony Vincent, se proponen los siguientes factores a tener en cuenta en la selección de una aplicación educativa:
Relevancia: la utilidad de la aplicación está en relación con los fines para los que se necesita y es apropiada para el alumnado,
Personalización: la aplicación ofrece una completa flexibilidad para modificar tanto el contenido como la configuración para cumplir con las necesidades del alumnado,
Realimentación: ofrece información al alumnado,
Habilidades cognitivas: fomenta el uso de habilidades cognitivas de orden superior como la creación, la evaluación y el análisis,
Compromiso: el estudiante está muy motivado en el uso de la aplicación,
Compartir: un resumen de la actividad o un producto específico generado por el estudiante se guarda en la aplicación y se puede exportar para consulta del docente o de una audiencia mayor.
Volviendo de nuevo al artículo de David Truss, este apunta algunas otras ideas a tener cuenta para seleccionar las herramientas que usaremos en el aula:
1. Debemos darle al alumnado la posibilidad de elegir la herrmienta que prefieren utilizar de entre un conjunto de herramientas posibles. Dejemos que sean ellos mismos quienes construyan su Entorno Personal de Aprendizaje adpatándolo a sus necesidades, a sus estilos de aprendizaje, a sus preferencias con determinadas herramientas y dispositivos.
2. Pensemos en herramientas que permitan darle voz al alumnado. Además con las tecnologías podemos conseguir que su voz llegue a una audiencia mayor.
3. Utilicemos las mejores herramientas que permitan el trabajo colaborativo, pero trabajemos las competencias necesarias para que el trabajo colaborativo sea efectivo.
4. Cedamos el liderazgo al alumnado, demosle la oportunidad de elegir las herramientas, o de enseñar a sus compañeros como se usan, o de elegir el tema de trabajo,…
5. Facilitemos espacios digitales donde aprender, espacios no limitados al aula o a un cuaderno, sino espacios que les permitan construir una comunidad, o mejor aún, una red con otros profesores y alumnos.
Para esto deben servirnos las herramientas y tecnologías que usemos en el aula, para ayudar a nuestro alumnado a aprender durante el proceso de construcción de sus propios Entornos Personales de Aprendizaje.
En cualquier caso las herramientas no son más que herramientas, y lo importante es que somos capaces de transformar con ellas. Como decía Mark Weiser…
The most profound technologies are those that disappear.
O, en una adaptación libre, las mejores herramientas son las herramientas invisibles.
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