Cómo articular un programa desde la Biblioteca para incentivar y configurar PLEs
Sin duda una de las características más singulares de nuestro tiempo es el cambio, un cambio constante y acelerado por las tecnologías en el que junto a todo lo oscuro e inhumano que la humanidad lleva dentro convive con historias de esperanza. Es el caso de la plataforma Ushahidi, desarrollada de forma desinteresada por un grupo de ingenieros y blogueros para canalizar denuncias de violencia durante la crisis electoral de 2008 en Kenia y que hoy es una plataforma que acoge 3.000 mapas en 20 lenguas diferentes y más 120.000 reportes ciudadanos, como por ejemplo el mapa que recogía peticiones de socorro durante el terremoto de Chile de 2010, o para que agricultores argentinos puedan compartir información sobre plagas o aplicación de las tecnologías para la mejora de su producción.
O como las plataformas de crowdfunding [o financiación colectiva] permiten que proyectos sociales como El campo de cebada puedan desarrollar sus proyectos gracias a la financiación de decenas [a veces cientos] de micro-mecenas, al tiempo que estas iniciativas usan los social media para dar difusión a sus actividades y construir comunidades más allá de los espacios físicos.
O iniciativas que permiten convertir una pequeña editorial en una tienda de piratas que en realidad esconde una discreta biblioteca de barrio en la que voluntarios ayudan a niños y niñas [sobre todo inmigrantes] a mejorar su competencia lectoescritora, como ya contábamos en el blog de Conecta13.
Es sin duda un tiempo de cambios vertiginosos en los que tenemos que rendirnos ante el hecho de que Internet no es una tecnología, si no una producción cultural, como dice Manuel Castells. Bastan como muestra los tres ejemplos anteriores. O como asegura el bloguero canadiense Cory Doctorow, ‘Internet es un hecho que hay que incorporar, no un problema que haya que solucionar’.
Esta realidad en la que parece que no hay nada destinado a perdurar, y a la que Zygmunt Bauman se refiere como modernidad líquida, a puesto de actualidad aquella sentencia de Darwin en la que decía que la especie que sobrevive no es la más fuerte ni la más inteligente, sino la que mejor se adapta a los cambios. Vivimos en constante ‘reinvención’. Así dos amigos andaluces han convertido en un proyecto vital su pasión compartida por los juegos de mesa , en un fantástico ejemplo de reinvención profesional. Una actividad que por cierto conecta con la educación, como nos contaba Fernando Trujillo en Jugar para desarrollar las competencias básicas.
También se reinventó un pequeño pueblo de la Alpujarra almeriense, gracias a la visión del amigo Paco Fernández, para a través de Internet mostrar al mundo cómo la innovación social puede ser un motor de cambio, con numerosos ejemplos de aplicación de las tecnologías e Internet para la mejora de la calidad de vida de sus ciudadanos y ciudadanas, entre ellas la Red Social de Cuidadoras que lidera Maite Martínez Lao. Por supuesto me refiero a Abla, tantas veces mencionado en esta bitácora.
En este terreno de la salud es muy emotiva la campaña de sensabilización en social media desarrollada por la Asociación Parkinson de Alicante convertida por esto de la ‘reinvención’ en la Asociación de ex-hombre lobo de Alicante.
Dice Alfonso Alcántara que la reinvención no está en la profesión, está en el profesional. Es decir, es una cuestión de actitud, no del barco en el que nos haya tocado navegar. Buscamos una manera de estar en el mundo y lo hacemos mientras vivimos, porque todo va demasiado rápido para pararse. Somos seres en ‘beta permanente’, o parafraseando al poeta Ralph W. Emerson, buscando la salvación en la velocidad al deslizarnos por la fina capa de hielo que representa nuestra modernidad líquida.
Pero si vivimos en una reinvención constante ¿qué hace mientras la Escuela? ¿Funciona con ese mismo espíritu o sigue anclada a viejas formas, estructuras y metodologías? ¿Es capaz la escuela de dar respuesta a esta realidad en continuo cambio? ¿Y qué papel tienen las bibliotecas escolares, en tanto son parte de los centros educativos? Aún más, ¿cómo demos entender las Bibliotecas en la era digital, cuando el libro ha dejado de ser el principal medio de acceso y distribución del conocimiento?
Creo interesante recuperar la propuesta que hacía Gregory Bateson en Steps to an Ecology on Mind sobre el aprendizaje. Bateson indicaba que había fundamentalmente tres niveles de educación y aprendizaje [en realidad hablaba además de un nivel 0 y un nivel 4]:
- Nivel primario, centrado en la transferencia de información y la memorización;
- Segundo nivel [o Deuteroaprendizaje], centrado en la adquisición de un marco cognitivo que permita abstraer e incorporar nueva información, es el aprender a aprender;
- Tercer nivel, que busca la adquisición de aptitudes para desmontar y volver a organizar el marco cognitivo predominante.
¿Qué tipo de aprendizaje se persigue habitualmente en la escuela? ¿A qué dedicamos la mayor parte del tiempo si no es a transferir información y evaluar la capacidad para memorizarla? ¿No estamos convirtiendo a nuestro alumnado en iletrados, tal y como sostenía Alvin Tofller [“Los iletrados del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer sino aquellos que no sepan aprender, desaprender y reaprender”].
Es urgente reflexionar sobre nuestra práctica docente y poner en marcha nuevas estrategias de enseñanza y aprendizaje acordes a la nueva realidad que vivimos, y sin duda las metodologías activas, que parten de los intereses del alumnado y son útiles para su vida, pueden jugar un gran papel en este cambio. Y también es preciso reflexionar sobre el papel del docente en el aula y en la escuela.
En el caso particular de las bibliotecas reflexionaba Carlos Magro a raíz de su participación en las 3as Jornadas de Bibliotecas de Extremadura [presentación], que tuvieron lugar el pasado día 15 de octubre en Mérida, y nos apunta una interesante idea, recogiendo a su vez la propuesta de Hugh Rundle de ver las bibliotecas como software y no como hardware:
“Los usuarios no vienen a la biblioteca buscando libros, revistas, publicaciones, películas o música. Vienen para informarse, para soñar, para crear, para horrorizarse, maravillarse o divertirse. Vienen para huir de la realidad o para entenderla mejor. Vienen a buscar refugio o motivaciones, compañía o soledad. Vienen por el software.”
En esas mismas jornadas se presentaba el informe ‘Prospectiva 2020: Las diez áreas que más van a cambiar en nuestras bibliotecas en los próximos años’, del que, pensando específicamente en las bibliotecas escolares, me gustaría destacar cinco de las tendencias:
- Tendencia 2: Incremento de la cooperación para ampliar el papel de las biblioteca dentro y fuera de las instituciones, las bibliotecas se abren, tiran sus muros para participar de forma activa en su entorno.
- Tendencia 5: Las bibliotecas reforzarán su función de crear comunidades, dotarlas de cohesión social y garantizar la igualdad de oportunidades de la ciudadanía en el acceso a la información.
- Tendencia 6: Bibliotecas como tercer lugar [ágora], espacios de encuentro, de socialización, de aprendizajes informales.
- Tendencia 8: La educación, el aprendizaje y las habilidades serán la clave de la misión de las Bibliotecas.
- Tendencia 9: Servicios que se adaptan a una realidad digital, no se puede concebir una biblioteca que sea ajena a lo digital.
En definitiva, necesitamos unas escuelas y unas bibliotecas que sean capaces de interrelacionar los espacios, recursos y prácticas digitales con las analógicas, para permitir el desarrollo de una ciudadanía crítica, reflexiva, generosa y emancipada en sus aprendizajes.
Y sin duda una de las claves para este cambio está en el concepto de Entorno Personal de Aprendizaje, tanto en el desarrollo de las habilidades como aprendices autónomos y autoregulados de la comunidad docente que tiene que liderar este cambio como en el desarrollo del PLE del alumnado. Y en este proceso las bibliotecas escolares, y por extensión todas las bibliotecas pueden convertirse en agentes facilitadores.
La revolución que un docente que es consciente de su PLE y trabaja en su desarrollo genera en su claustro y en su centro podemos verla en el siguiente vídeo, elaborado por María Eugenia Pérez como reflexión [a través de los ojos y las voces de su claustro y de su alumnado] tras su paso por el curso #eduPLEmooc:
La Biblioteca Escolar, tanto desde la perspectiva de centro de recursos [que filtra y distribuye contenidos, y es agente de mediación y formación, y por tanto contribuye con el desarrollo de las habilidades informacionales] así como espacio de encuentro, reúne los requisitos necesarios para contribuir al desarrollo del PLE del profesorado y del alumnado, en colaboración con el resto del claustro, el equipo directivo y la persona responsable de la coordinación TIC.
En particular podríamos ver el papel de la Biblioteca Escolar en tres dimensiones:
- En el desarrollo de la competencia digital y el tratamiento de la información, ayudando a profesorado y alumnado a gestionar la infoxicación, a conocer los nuevos formatos digitales de lectura y acceso a la información y el uso respetuoso de los trabajos de otras personas así como la forma de licenciar los contenidos propios para contribuir a la difusión de la información y el libre acceso al conocimiento por parte de toda la ciudadanía.
- En el fomento de una cultura didáctica en torno al aprender haciendo, ya que el desarrollo del PLE sólo tiene sentido en contextos de aprendizaje en los que el aprendiz tenga posibilidades de investigar, reflexionar, construir y compartir con otros. En esta línea ya elaboramos para unas jornadas de la Red BECREA un documento que acercaba el concepto de PLE a los más pequeños bajo la perspectiva de los aprendizajes activos.
- En la construcción de la identidad digital y la participación activa en las comunidades, locales y virtuales. La edición digital del periódico The Guardian nos contaba hace unos meses como las bibliotecas en USA se están convirtiendo en agentes clave para el desarrollo de las comunidades locales. Algo parecido a lo que en Andalucía representa la Red Guadalinfo, en muchos casos, curiosamente, compartiendo espacio físico con las bibliotecas municipales.
En esta línea quiero terminar este artículo, que nos servirá de excusa para reflexionar y debatir mañana en la Jornada Informativa para responsables de Bibliotecas Escolares de la provincia de Málaga, con la historia de como Suso Mugre se convirtió en Don Suso, en La Loma [Medellín] gracias al proyecto HiperBarrio, tal y como nos cuenta en el siguiente vídeo Álvaro Ramírez Ospina, su principal promotor, y en el que la Biblioteca jugó un papel clave, tanto como facilitador de recursos como lugar de encuentro:
Gracias por el taller-conferencia de ayer.