Una Escuela Capaz de Entender la Nueva Cultura Digital
Hace tan sólo unos días leía la última columna de opinión de Aitor Lázpita en Cuadernos de Pedagogía, en la que se pregunta si no hemos convertido la tecnología en el Deux ex machina de la escuela, esto es, algo externo que viene solucionar todos los problemas, en este caso los problemas de nuestras escuelas.
Esta reflexión me parece especialmente relevante en el contexto del MOOC #DigCompOrg de educaLAB, donde se plantea la tecnología como palanca para el cambio con el objeto de transformar y mejorar las organizaciones educativas. El marco europeo en el que se basa el mencionado MOOC es ciertamente ambicioso en este sentido, deja de mirar la cuestión de la tecnología en la educación como un asunto de aula, de procesos de enseñanza y aprendizaje, para ir ampliando poco a poco el foco: si queremos cambiar los procesos de E/A tendremos que evaluar de otra forma, y también tendremos que atender el currículo y los contenidos desde una nueva perspectiva.
Y no se limita a la dimensión pedagógica, va más allá: tendremos que pensar en el desarrollo profesional de ese profesorado que debe cambiar sus formas de enseñar y de evaluar, y también deberemos ver cómo el networking [local y en la red] impacta en la mejora de las organizaciones, y aún más todo esta transformación no es posible sin nuevos liderazgos y nuevos modelos de gobernanza.
¿Estamos extendiendo ese rol de la tecnología como Deus ex machina a todos los ámbitos de las organizaciones escolares?
Ciertamente, la forma en la que las tecnologías digitales se han acercado a la Educación no ha sido siempre la más acertada, o al menos esa es mi percepción. Para las empresas del sector tecnológico la Educación no deja de ser un potente nicho de mercado, y se acercan a las escuelas [o a los responsables políticos] con un discurso centrado en el qué [resoluciones, capacidades, alcance, compatibilidad,…] y raramente en el por qué o en el cómo. Tuve ocasión de ver recientemente un par de presentaciones de equipamiento tecnológico para el aula en el que a los profes asistentes les faltaba roncar.
Esa percepción mía la respaldan las, cada vez más numerosas, investigaciones sobre impacto de la tecnología en el aprendizaje. El informe Acceso a las TIC y rendimiento educativo: ¿una relación potenciada por su uso?, publicado en el número 377 de la Revista de Educación, recoge una revisión de la literatura científica nacional e internacional sobre el impacto de la tecnología en el desempeño escolar, llegando a la conclusión de que las TIC son una condición necesaria pero no suficiente para mejorar los logros académicos. Por otra parte se evidencia la necesidad de que los docentes estén preparados para incorporar la tecnología en sus prácticas de enseñanza.
Este estudio analiza el impacto que en el rendimiento escolar tiene el uso de la tecnología en la propia escuela así como en el hogar, llegando a la conclusión de que «las bondades de las TIC fuera de la escuela no se reproducen en el interior de la escuela». Algo que resulta aparentemente paradójico pero que se puede explicar, según los autores, tanto a la idea de educabilidad como al uso incorrecto que en la escuela se hace de la tecnología.
Trabajando con usuarios de la Red Guadalinfo aprendí que la tecnología per se no tenía valor si no servía para transformar sus realidades, para dar respuesta a sus necesidades vitales [personales o comunitarias]. Fue entonces dejamos de hacer cursos de ofimática, de navegación por Internet o de correo electrónico [por citar tres clásicos de las capacitaciones en tecnología para ciudadanía] por actividades formativas orientadas a hacer el currículum vitae, a planificar un viaje o trabajar colaborativamente, y donde finalmente …se aprendía sobre ofimática, a navegar por Internet y a usar el correo electrónico.
Pero es algo más que un cambio de foco, de la tecnología a la «tecnología para», es una cuestión de cambio de cultura, de entender que nos relacionamos, trabajamos y desarrollamos nuestras habilidades e intereses de una forma diferente gracias a la tecnología. Y ese cambio cultural no ha impregnado aún a la escuela.
Como dice Aitor Lázpita:
«Así pues, la irrupción de Internet en el ámbito educativo no supone simplemente cambiar (optimizar) las herramientas que usan los docentes y los estudiantes, sino también la manera de pensar sobre esa actividad que llamamos estudiar. Es por eso por lo que las TIC (es decir, Internet) no acaban de cuajar en las aulas. Suponen un cambio de mentalidad, un cambio cultural, y eso cuesta mucho más que cambiar un libro de papel por una tablet».
Esta visión es la que ha guiado a los autores del marco DigCompOrg, y la que nos ha inspirado en el desarrollo del MOOC ‘Organizaciones Educativas Digitalmente Competentes’. La tecnología no va a mejorar nuestras escuelas si no la vemos como parte de una revolución cultural, si no entendemos que necesitamos ciudadanas y ciudadanos para el s. XXI, y para eso necesitamos una escuela capaz de formar a esa nueva ciudadanía. Como decía Bruner, la educación es la puerta de la cultura, así es que necesitamos una escuela capaz de educar en la nueva cultura de la sociedad red.
Imagen de cabecera | meme de thesaltr con licencia CC-by-nc-nd
Este artículo fue publicado originalmente el 22 de septiembre de 2017 en blog.educalab.es como parte de los contenidos generados para la primera edición del MOOC Organizaciones Educativas Digitalmente Competentes de INTEF.